Estamos todavía viviendo el tiempo de adviento y estamos preparando muchas cosas para celebrar la Navidad; es bonito ver las casas con adornos especiales propios de esta época, muchas luces, hay variedad de adornos con luces muy llamativos, tanto en las casas como en las calles y tiendas, pero si nos detenemos y reflexionamos poniéndonos a distancia de todo esto, vamos a descubrir que a pesar de tantas luces, hay mucha oscuridad a nuestro alrededor, en nuestra vida, en nuestro corazón; y es que estamos descuidando la luz principal que debe iluminar nuestra fiesta de Navidad y recononcer que esa luz es Jesucristo.
Dios, Nuestro Padre que nunca nos abandona, al vernos tropezar y caer en la oscuridad, nos promete a través del profeta Isaías, enviarnos una Gran Luz que ilumine al pueblo que anda en tinieblas y esto lo vemos cumplido con amor generoso en la venida de su Hijo Jesús, el cual nos dice: "Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá luz de la vida. (Juan 8,12)
Sería bueno reflexionar en estos días estas palabras, para que así como preparamos tantas luces artificiales, no descuidemos hacer las conexiones necesarias para que la luz verdadera de Jesucristo, ilumine nuestras vidas, nuestros corazones.
Navidad, es la venida de esta luz a nosotros; dejémonos inundar por sus rayos, para que podamos ver con claridad, para no seguir viviendo en el engaño de la tiniebla y no nos equivoquemos buscando llenar nuestra vida de luces artificiales que no duran, sino busquemos la luz verdadera y eterna que nos trae Jesús.
Dios, Nuestro Padre que nunca nos abandona, al vernos tropezar y caer en la oscuridad, nos promete a través del profeta Isaías, enviarnos una Gran Luz que ilumine al pueblo que anda en tinieblas y esto lo vemos cumplido con amor generoso en la venida de su Hijo Jesús, el cual nos dice: "Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá luz de la vida. (Juan 8,12)
Sería bueno reflexionar en estos días estas palabras, para que así como preparamos tantas luces artificiales, no descuidemos hacer las conexiones necesarias para que la luz verdadera de Jesucristo, ilumine nuestras vidas, nuestros corazones.
Navidad, es la venida de esta luz a nosotros; dejémonos inundar por sus rayos, para que podamos ver con claridad, para no seguir viviendo en el engaño de la tiniebla y no nos equivoquemos buscando llenar nuestra vida de luces artificiales que no duran, sino busquemos la luz verdadera y eterna que nos trae Jesús.
Con mucho cariño:
AULA DE INNOVACIÓN PEDAGÓGICA I.E. 146
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AA.HH. Su Santidad Juan Pablo II - SJL - LIMA - PERÚ
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